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¿Ahora te sientes poderosa? No duermo muy bien. Para nada, la verdad. Me recuesto en la cama y veo el dosel e imagino formas de matar a mis enemigos. Cómo destruir a Ellaria Arena, la mujer que asesinó a mi única hija. Pensé en hacer que Sir Gregor aplaste tu cráneo, como hizo con Oberyn. Sería poético, supongo, pero demasiado rápido. Pensé en hacer que le aplaste el cráneo a tu hija. Es tan hermosa. El solo pensar de que este rostro encantador se parta como un huevo, no, no está bien. Mamá. Qyburn es el hombre más ingenioso que conozco. Tanto como para saber qué veneno usaste para asesinar a Myrcella. ¿”La larga despedida”, era? “El largo adiós”. Ese mismo. ¿Cuánto tiempo tarda el veneno? Es difícil saberlo. Horas, días. Depende del físico de la persona. ¿Pero se mueren? Sí, Su Alteza, se mueren. Tu hija morirá en esta celda y estarás aquí observándola. Estarás aquí por el resto de tus días. Si te niegas a comer, meteremos comida en tu garganta. Vivirás para ver cómo se pudre tu hija. Para ver ese rostro hermoso, colapsar hasta polvo y huesos. Mientras contemplas las elecciones que tomaste. Asegúrate de que los guardias cambien seguido las antorchas. No quiero que se pierda nada. No. No atiendas. ¿Qué haces? Nadie nos puede ver así. Soy la Reina de los Siete Reinos. Haré lo que se me dé la gana. Discúlpeme, Su Alteza. El visitante de Braavos ha llegado. Bien. Y necesitaremos sábanas limpias para la cama. De inmediato, Su Alteza. No, gracias. Mis condolencias, Su Alteza, por la muerte de su hijo. Según los informes, era un excelente joven. El Banco de Hierro no lo envió a ofrecer condolencias. Condolencias y felicitaciones. Convertirse en la primer reina gobernante de los Siete Reinos es todo un logro. El Banco de Hierro agradece cómo se deshizo de la opresión de la superstición, liberando a la corona de factores que buscaban alterar las reglas de la ley. La destrucción del Septo de Baelor fue un accidente trágico. Ciertamente, pero a veces las tragedias son necesarias para restaurar el orden y liderazgo racional.



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