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Mira tú… ¡maldita sea la tontería de las flores! Parece mentira que uno mande estas cosas. ¿Nunca has odiado a alguien? No, no. Odiar propiamente, me parece que no. ¿Es la misma chica… de la manía? No es ella a la que odio. Es a quien me manda los crisantemos. Japoneses. Debería saber que todo ha terminado, y él en cambio continua. Entre las pocas cosas en las que creo, también está el odio. Nosotros no lo mostramos por ahí… y él descarga el suyo sobre mí. Perdona. Soy yo quien tiene que pedirte perdón. No soy lo bastante buena… para ti. Que no se te metan esas cosas en la cabeza. ¡Es que me siento impotente! ¡Maldita sea! Hola, ¿cómo está? ¿Qué cómo estoy? Tranquilo, señor Farra. Antes le di un consejo y ahora le voy a dar otro. No hagamos una escena. De acuerdo. No hagamos una escena. Vamos. ¿Qué estás haciendo por aquí? Nada, se me ha estropeado el coche y estaba buscando un teléfono. Ah, buscando un teléfono. Mira que coincidencia. Si quieres puedes venir a mi casa a llamar por teléfono, vivo allí detrás, ya lo sabes. ¿Qué quiere de mí? No, tú me tienes que decir quién te paga, por este trabajo de que haces. Por suerte el comisario no era un idiota. Menos mal. Me ha dicho… que buscan a un desconocido que la ha amenazado, pero si aquí todos se amenazan. En cualquier parte por la que te muevas no hay manera de estar tranquilos. ¿Qué hacemos los juntamos a todos? ¿Por qué quieres saber a toda costa el nombre de ese hombre? Tienes razón, qué más me da. ¿Qué haces, te vas? Vine para estar contigo. ¿Quieres saber adónde voy? Sí. A buscarla. Sí, ¿y cómo lo haces? Tengo una idea. No sabes ni como se llama. Me haces más tonta de lo que soy. Lo siento, olvídalo, te lo he dicho. No tiene mayor importancia. ¿Por qué me miras así? Trato de entender si eres sincero. Soy muy sincero. En cualquier caso, prefiero no estar hoy contigo. ¿Puedo? ¿Y yo podría quedarme un rato aquí? Claro que puedes. También hurgar dentro de los cajones, si quieres. Preferiría hurgar aquí dentro. No… Sin rencor, ¿vale? Sí… Nos vemos mañana.



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