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el profesor Paul Weiss, el excelente profesor de filosofía de Yale. ¿Podías escuchamos tras bastidores? Escuché gran parte de todo, cuando estaba aquí atrás. Sí. Sólo escuché partes. ¿Algo en lo que no estés de acuerdo? En muchas cosas, aunque también hay muchas cosas en las que coincido. Pero creo que está pasando por alto una situación muy importante, Eso creo. Cada uno de nosotros, creo, está terriblemente sólo. Vive su propia vida. Tiene diversos obstáculos, ya sea su religión o el color, el tamaño o la forma, la falta de capacidad, y el problema es convertirse en hombre. Yo no hablaba de ese problema. Hablaba de las dificultades, los obstáculos, el peligro real de la muerte que provoca la sociedad cuando un negro, cuando un hombre negro, intenta volverse hombre. Todo este énfasis en los blancos y en los negros enfatiza algo que está aquí, pero lo enfatiza o quizá lo exagera y, por lo tanto, nos hace poner a la gente en grupos en los que no deben de estar. Tengo más cosas en común con un estudiante negro que con un hombre blanco en contra de la escolaridad. Y tú tienes más en común con un autor blanco que con alguien en contra de la literatura. Entonces, ¿por qué nos concentramos en el color o en la religión? Hay otras formas de conectar a los hombres. Te diré esto. Cuando dejé este país en , me fui por una razón juegos No me importaba a dónde iría. Podría haberme ido a Hong Kong o a Tombuctú. Terminé en las calles de París con dólares y la teoría de que nada peor podía pasarme ahí de lo que me había pasado aquí. Hablas de que para lograr ser escritor por ti mismo, debes ser capaz de subir las antenas con las que vives porque ya que le das la espalda a la sociedad, puedes morir. Puedes morir. Es difícil sentarte en una máquina de escribir y concentrarte en eso si le tienes miedo al mundo. Los años que viví en París lograron una cosa: me liberaron de terror social en particular que no era la paranoia de mi propia mente, sino un peligro social real, visible en el rostro de cada policía, de cada jefe, de todos. No sé lo que los blancos en este país sienten. Pero sólo puedo incluirlo que sienten por el estado de sus instituciones. No sé si los cristianos blancos odian a los negros, pero tenemos una iglesia cristiana de blancos y otra que es de negros. Como Malcolm X lo dijo, la hora de más segregación en EE.UU. Es el mediodía del domingo. Eso dice mucho sobre la nación cristiana. Significa que no puedo confiar en muchos de los cristianos blancos y mucho menos en la iglesia cristiana. No sé si los sindicatos y sus patrones en verdad me odian. Eso no importa, pero sé que no estoy en sus sindicatos. No sé si el gremio de bienes raíces desprecia a los negros, pero sé que ese gremio me mantiene en el gueto. No sé si la junta de educación odia a los negros, pero conozco los libros que les dan a mis hijos y las escuelas a las que tenemos que ir. Esa es la evidencia. Quieres que realice un acto de fe, arriesgándome a mí mismo, a mi esposa, mi mujer, mi hermana, mis hijos, por un idealismo que tú me aseguras que existe en EE.UU.



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